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Volumen 6 - carta nº 37

De JUAN VALERA
A   MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Lisboa, 25 febrero 1883

Mi querido amigo Menendez: Como el otro dia escribí á Vd. á escape y sólo para enviarle el beneplácito y contentamiento de Teófilo Braga, hoy quiero escribirle y le escribo de nuevo para contestar á su carta del 18.

Y lo primero que digo y confieso es que no tengo esa resignacion que Vd. tiene y que me aflige que no me hagan caso y dejen pasar en silencio lo que escribo.

Cuando yo afirmo y sostengo una cosa es porque la creo verdadera y justa y me carga soberanamente que no me den la razon.

Todas mis alabanzas de los versos de Vd. estan en su punto, no pecan de exageradas, sobre todo si se atiende al estilo hiperbólico que en España se emplea. Y es doloroso que por la barbarie y perverso gusto del público y por la malignidad, tambien bastante bárbara, de los críticos de oficio, ó no se hable de nuestro libro ó se hable para censurarle.

Créame Vd.: la resignacion, si no es completa, no debe ser. Y para que la resignacion sea completa, debiera uno no escribir nada en lo sucesivo, diciendo para su capote:

Barbarus hic ego sum quia non intelligor illis.

Pero de no decir esto y callarse, conviene buscar amigos y parciales; defenderse y ofender; probar que no es tan malo lo que uno escribe, ni en absoluto, ni con relacion á lo que escriben ellos. Por modestos que seamos, donde Sellés es un Shakspeare, bien puede Vd. ser un Píndaro y yo un Cervantes.

Además, yo entiendo que esa apasionada estupidez de la crítica de los periódicos, esa falta de indulgencia, desde la vulgar ignorancia y no desde las alturas del saber, hacen un daño grandísimo á las letras y á toda cultura.

Si yo no estuviese cansado y viejo, todavia habia de emprender en España una tarea, que fuese un libro con el tiempo: Crítica de la crítica en moda y defensa de sus víctimas más ilustres. Cheste, Cánovas y Villahermosa, habian de resultar sepetentamil veces mas poetas que Campoamor y que Grilo. Como que lo son: creamelo Vd.—Sólo que ahí todo está trabucado.

En esta tierra, quizá haya menos juicio que en España, pero en general se estudia más: y en las letras prevalece menos la brutalidad. Tal vez me lance, sin dar mi nombre, á publicar en El día una serie de artículos, sobre la Literatura portuguesa de ahora. Me arredra el temor de lo muchísimo que habría que leer para que fuese el estudio con conciencia: pero por otra parte, y visto que, si lo hiciese con mucha conciencia me haría pesado, me inclino á escribir á la ligera mis impresiones sobre lo principal que ya he leido ó puedo leer, sin apurar la materia y sin imponerme la obligacion de conocerlo todo y de dar noticia de todo, que, malo ó bueno, es muchísimo, pues aquí, en proporcion, se escribe doble o triple que en España, en verso y en prosa.

Sólo de poetas líricos vivos cuento aquí cuatro ó cinco docenas, de los que seria menester hablar. Bien es verdad que estos mismos son los historiadores, los filósofos, los dignos Pares, los Conselheiros y los ministraos, porque todos empiezan y los más persisten por y en hacer coplas.

Todos, desde Coimbra, cuando se estan formando, se ponen á tocar la lira, y no paran hasta que mueren, aunque los hagan archipámpanos.

En fin, allá veremos si sacudo la pereza, me levanto del abatimiento en que estoy y hablo de esto y de otras mil cosas, más esenciales, de que quisiera hablar antes de que se me enfríe el cielo de la boca y se vengan á podrir conmigo en la sepultura.

Escribame Vd. y cuenteme lo que ocurra por ahí.

Cañete, Aureliano, Tamayo, los Pidales, el Padre Mir, Nocedal, Cánovas, Vd., yo y otros muchos, debieramos hacer mas liga y confabulacion literaria y culta de la que hacemos, no sólo por egoísmo, sino para bien de las letras patrias.

Es un dolor entregarlas sin defensa á los salvages.

Creame Vd. siempre su afmo. amigo

Juan Valera

 

Valera - Menéndez Pelayo, p. 145-147.