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V. Sobre la adición de una H, delante de vocal que se observa en el texto palimpsesto del Breviario de Aniano, descubierto por el Sr. Beer en la biblioteca del Cabildo-catedral de León
No fué ciertamente peregrino ni extraordinario en la edad dorada de la latinidad clásica el uso de introducir una h, delante de ciertas vocales, en dicciones que no la requerían por su derivación etimológica. Cohors que, según Varrón (De Lingua Latina, v. 18) trae su origen de coercere, y vale lo mismo que corral en las casas de campo, patio y cerca, pasando por metonimia á significar lo contenido en tales recintos, y de ahí á tener acepción determinada en la organización del ejército, se usaba con h sin justificación de origen en la época Ciceroniana. Ocurría lo mismo con pulcher, en concepto á lo menos de los que derivaban esta palabra de polio, is, ire; pues aunque fué regla recibida entre los gramáticos mejores, según testifica Scauro (De orthographia, 9256) el limitar la introducción de la h después de c á los casos en que á la c sigue vocal, debiendo escribirse pulcher, pulcra, pulcrum y pulcherrimus, ello es que en antiguos códices se encuentra usada c por Ennio, leyéndose polcer y polcerrimus en los versos que cita de él Cicerón en su tratado De Divinatione (Lib. I, capítulo 48.)
De los griegos sabemos que acostumbraron á convertir la H (heta) inicial en digamma, ó aspiración fuerte, cuando se seguía otra vocal, en el principio de algunas dicciones. Así dijeron e/xaTo/n por HEKATON, aspiración reemplazada á menudo en latín por una silbante ó por la f, verbigracia, sex, comparado con )e)/c, filius con ui)o/j, forma con o/rmh/, somnus con )u/)pnoj.
Por lo que toca á los modos de pronunciación en España,
puede conjeturarse que existió de antiguo, entre muchos de sus
naturales, la tendencia á marcar aspiración, delante de vocales
que comienzan palabra, pronunciando y escribiendo
Hiberia con
h, inicial sensiblemente aspirada en lugar
de Iberia, á tenor de indicaciones
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Pues
si fijamos nuestra consideración en otros idiomas neolatinos, no deja de
parecer extraordinaria la frecuencia con que se repite el fenómeno de
marcarse semejante aspiración en la escritura de la lengua francesa
contra la norma fija de la derivación etimológica y la poca
afición á aspiraciones guturales, que puede colegirse así
del galo ó celta transpirenáico, como del celta asturiano,
gallego y portugués, según la pronunciación popular que
sobrevive en las regiones donde se hablaban, y en especial, con ser tan
cuidadosos nuestros vecinos de la antigua lengua de
oil, en lo de poner á salvo,
á vueltas de los achaques de su corrupta pronunciación la
preciada herencia de la ortografía romana. Escriben los franceses
haut, donde los latinos dijeron
altus;
hurler, donde
ululare;
hache, para significar lo que los
latinos nombraron
ascia;
huile,
huit y
huitre, transformando las dicciones
de buena latinidad
oleum,
octo y
ostrea. Para explicar esta
aberración ó desviación del patrón de origen, han
ideado algunos filólogos exponer la analogía de voces
germánicas, que concurren en el sentido y se asemejan á ellas
hasta cierto punto en los sonidos, donde la aspiración se percibe
grandemente al principio:
houg, que usa el antiguo
alemán con significación de
alto,
hougen en la acepción de
ahullar y
hacke, expresando
hacha, cuyos ejemplos
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Madrid 3 de Febrero de 1888.
Francisco Fernández y González.
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